Hay un espacio desigual entre tu boca y la mía,
y entre mi boca y la tuya.
Hay un espacio imparcial entre nuestras manos,
un accesorio innecesario que retarda cada paso
y nos hace llegar siempre tarde.
Siempre a dos pasos de ti,
a dos palabras,
a dos silencios.
Siempre concisos,
prevenidos,
políticamente correctos.
Tan correctos
que nunca llegamos a equivocarnos,
a tener la posibilidad de odiarnos,
de echarnos de más,
de echarnos de menos.