jueves, 16 de febrero de 2017

Trenes

Hoy tus extremidades 

se quisieron vestir con uniforme de guerra.

Sellado de luces el camino nos quiso abrir 

una ventana de luz a nuestra insistencia.

Y fue un parpadeo innato, 

con el que acarició tu boca mi oreja.
Me susurraste que no serías presidio, 

yo promulgué con la máxima lentitud tu alegato.

Déjame, 

perfilar este garabato, 

en un papel sostener el mundo 

y en este mundo controlar mis pasos. 


Déjame,

mantener mi parte mágica y ebria,

mientras camino sin prisa calles de infarto... 


Será como volverse a encarar con la mentira, 

maquillada y presumida, 

que siempre termina saltando.


Si no hay mentira en su fuego, 

habrá fuego en la salida. 

Si no hay salida que valga, 

me quedaré a esperarla de por vida.

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